Juanita Ojeda: Una vida de convicción olvidada en la historia
La desigualdad de poder entre los géneros conllevó a que la hegemonía masculina fuera vista como natural. Esto trajo consigo que el papel de las mujeres dentro de la historia quedara invisibilizado. No fue hasta el siglo XX que las investigaciones empezaron a cuestionar los modelos de género establecidos. En las décadas recientes, debido al avance en la búsqueda de la equidad, ha surgido un interés por estudiar y analizar los papeles desempeñados por la mujer en los procesos históricos y culturales.
En Puerto Rico, las primeras décadas del siglo XX fueron cruciales paras las mujeres. Tras largos años de luchas, lograron obtener el derecho al voto en el 1932 y el voto universal en el 1935. Sin embargo, aún falta mucho por trabajar. En el presente, a pesar de ser el 52% de los electores, el número de escaños ocupados por mujeres en la Cámara de Representantes, Senado y las alcaldías representan solo el 16%, 22% y 6%, respectivamente. El factor principal para esta desventaja es las barreras impuestas por el sistema patriarcal que limita su participación como candidatas. Esto se debe a que, históricamente, la normativa establecida para las mujeres corresponde a los roles de madre y esposa. Mujeres que rompen con estos esquemas y hacen aportaciones a nuestro país son transgresoras del orden y tenemos que sentirnos orgullosas de ellas. Por tanto, ¡hay que historiarlas!
Una serie de mujeres se destacaron como líderes dentro del Partido Nacionalista de Puerto Rico. Mujeres como Blanca Canales, quien en la Insurrección Nacionalista de 1950 declaró la República de Puerto Rico; la educadora, activista y ferviente seguidora de Pedro Albizu Campos, Isabel Rosado; Rosa Collazo, quien luchó por los derechos de los obreros; Lolita Lebrón, quien pasó más de 20 años en cárcel por el ataque del Congreso de Estados Unidos; las combatientes Carmín Pérez y Doris Torresola, entre muchas otras, fueron parte esencial dentro del movimiento nacionalista. Todas son dignas de ser honradas por su compromiso y valentía al luchar contra el monstruo del imperialismo y por la libertad de su patria.
En la historiografía nacionalista y en la de género en Puerto Rico hay una mujer que ha quedado olvidada, a pesar de sus aportaciones al Partido Nacionalista. La utuadeña Juanita Ojeda es una de esas muchas mujeres que forman parte esencial del andamiaje de los partidos pero de las cuales se conoce muy poco. Su labor “tras bastidores” fue importante para la lucha del Partido Nacionalista.
Desde que Ojeda ingresó al Partido Nacionalista en la década de 1930, el FBI y la Policía Insular comenzaron a investigarla. De hecho, entre las primeras descripciones que aparecen en los documentos sobre esta joven mujer es su descripción como “inteligente”. Utuadeños que la conocieron personalmente la describen como una mujer de un carácter fuerte, seria y trabajadora. Tenía la capacidad y madurez para conversar sobre cualquier tema.
Ojeda se dedicó al oficio de la costura. Muchas de las banderas para los actos y las tumbas de los nacionalistas caídos en acción fueron elaboradas por ella. Era una mujer desprendida, ya que cobraba muy poco por sus servicios. De hecho, si una persona no contaba con el dinero, no tenía que pagarle.
Ojeda se destacó durante las décadas de 1930 y 1940 como Tesorera de la Junta Municipal Nacionalista de Utuado, puesto que ocupó en varias ocasiones. Con la ayuda de su hermana, Ana, organizaba bailes y hacía rifas y ventas de pasteles a beneficio del Partido.
La amistad de Ojeda con Albizu fue una muy estrecha. La mayoría de las veces que el máximo líder visitaba a Utuado o pueblos limítrofes, se quedaba a pernoctar en casa de la utuadeña. A finales de la década de 1940, Ojeda participaba en actividades nacionalistas fuera de Utuado. En una época en que el lugar de la mujer era el hogar, ella hacía presencia y colaboraba en mítines, reuniones, asambleas y conmemoraciones importantes del Partido Nacionalista.
El 30 de octubre de 1950 estalló en diversos puntos de la isla la Insurrección Nacionalista con el fin de proclamar la República libre y soberana de Puerto Rico. Al día siguiente, las autoridades hicieron un allanamiento en los hogares de varios nacionalistas, donde encontraron listas de miembros del Partido Nacionalista. Las personas que aparecían en dichas listas fueron arrestadas, junto a los que participaron directamente en el levantamiento. En Utuado, en el grupo de los arrestados se encuentra a Ojeda, a la cual se le acusó de un cargo por violación a la Ley de la Mordaza de 1948. Esta Ley exponía que cualquier persona que fomentara, abogara, aconsejara o predicara derrocar, destruir o paralizar el Gobierno Insular, iba a ser acusado por delito grave. A Ojeda se le dio una multa y una sentencia de hasta un máximo de 13 meses. Pagó la multa y terminó cumpliendo nueve meses de cárcel con “exceso de preventiva”.
Cabe destacar que el tiempo que Ojeda estuvo encarcelada no logró acallar ni apagar el compromiso que tenía por su ideal. Según ella, su devoción por Albizu le hacía superar cualquier dificultad. Ojeda estaba convencida de que si algún día tenía que sacrificar su vida por la libertad de Puerto Rico lo haría sin ningún problema. Sus palabras las demostró con la acción, sin miedo a las consecuencias.
Cuando salió de la cárcel, se mudó a Río Piedras para encargarse del cuidado de Albizu. Llevaba flores a las tumbas de los que habían muerto en acción. Tampoco olvidó a los nacionalistas arrestados, a quienes visitaba y llevaba misceláneas. Además, circulaba peticiones para que el pueblo las firmara solicitando la liberación de éstos.
El 1 de marzo de 1954 se suscitó el ataque al Congreso de Estados Unidos por parte de un grupo de nacionalistas, entre ellos Lolita Lebrón. Este acto le costó el encarcelamiento a los que participaron en el suceso, a Albizu y a un grupo de quince nacionalistas en Puerto Rico. Ojeda fue una de los quince arrestados. Ingresó a la cárcel el 6 de marzo de 1954 y diez días después pagó una fianza. El 3 de mayo de 1955 resultó nuevamente culpable por violación a la Ley de la Mordaza. Las pruebas que utilizaron en su contra fueron la asistencia a las actividades del Partido Nacionalista, la visita a las tumbas de los nacionalistas y la recolección de fondos durante los pasados dos años. Policías encubiertos detallaron lo que ella decía en contra del Gobierno de Puerto Rico y de Estados Unidos, lo cual fue esencial para su acusación. El 17 de julio de 1957 su sentencia fue conmutada por el gobernador Luis Muñoz Marín.
Durante parte de las décadas de 1950 y 1960 Ojeda ocupó la posición de Tesorera de la Junta Nacional del Partido Nacionalista. Entre sus responsabilidades estaba pagar los gastos personales de Albizu y del Partido. Como lo que se recogía no era suficiente, Ojeda tuvo que trabajar tanto de día como de noche en su negocio de costura. Todos sus esfuerzos y sacrificios la llevaron a convertirse en la líder más activa del Partido Nacionalista para esa fecha. En un momento dado, el FBI la catalogó como una de las personas de mayor confianza de Albizu.
Nuevamente, Luis Muñoz Marín indultó a Albizu en 1964 debido a su estado crítico de salud y fue llevado a la casa de su inseparable amiga. Fue en el hogar de Ojeda donde Albizu falleció. Los asesinatos, arrestos y persecuciones de miembros del Partido Nacionalista lograron que el número de simpatizantes se redujera considerablemente después de 1954. Esta mujer es digna de admirar porque, a pesar de haber sufrido encarcelamiento, persecución y discrimen, no tuvo miedo y demostró el verdadero valor de las convicciones.
¿Cuántas mujeres iguales a Ojeda han quedado olvidadas porque su participación en los partidos ha sido “tras bastidores”? A pesar de que el porciento de mujeres en posiciones políticas electas en Puerto Rico no supera el 22%, eso no contempla el alto número de colaboradoras en las bases de los partidos. De hecho, hay investigaciones internacionales en ciencias sociales que han demostrado que el mayor trabajo dentro de los partidos es realizado por mujeres. El problema estriba en que su actividad se circunscribe al seno de las bases, pasando por desapercibidas para muchos(as) estudiosos(as) del tema. ¡Es hora de rescatarlas y darles su sitial en la historia!
Bibliografía:
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Entrevista de Glorimar Rodríguez González a Emelina de Jesús, 30 de enero de 2012.
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Uriarte, Edurne y Arantxa Elizondo. Mujeres en política. Barcelona: Editorial Ariel, S.A., 1997.
La utuadeña Glorimar Rodríguez González cursó sus grados primarios y secundarios en las escuelas públicas de la Ciudad del Viví. Realizó un Bachillerato en Artes con concentración en Educación Elemental en la Universidad de Puerto Rico y obtuvo una Maestría en Artes con especialidad en Historia de la Pontifica Universidad Católica de Puerto Rico. Actualmente cursa el Doctorado en Filosofía y Letras con especialidad en Historia, de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, en donde se encuentra realizando su tesis doctoral relacionada al tema de género y política en Puerto Rico.
Desde el 2013 ejerce como profesora de historia y humanidades en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Utuado y en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Recinto de Ponce. Glorimar ha presentado diversas conferencias y ponencias, entre ellas, en el XII Congreso Centroamericano de Historia, celebrado en El Salvador. Además, tiene varias publicaciones, entre las que se encuentra su libro Historia del Partido Nacionalista en Utuado. Por su preparación académica e investigaciones Glorimar se convirtió en la primera mujer historiadora utuadeña.