Kayakeada de Mujeres con Visión y Planeta Kayak en el Lago Dos Bocas
Llevábamos varias semanas con lluvias torrenciales para casi toda la Isla. El reporte del tiempo decía que iba a llover fuerte durante todo el fin de semana. Pero, seguramente, unas cuantas gotitas no detendrían a 16 mujeres con visión…
El domingo, 20 de noviembre de 2016, era la fecha pautada para la Primera Kayakeada de Mujeres con Visión. La actividad fue planificada con el apoyo de Planeta Kayak, quienes proveerían los kayaks, remos, salvavidas y personal de apoyo, y el Restaurante Rancho Marina, quienes proveerían refrigerios para las participantes. Cuando llegó la fecha todo estaba listo, pero parecía que el clima no cooperaría. Algunas participantes nos escribieron preguntando si la actividad seguía en pie, a lo cual nuestras editoras contestaron sin lugar a dudas: “¡Claro que sí!”
Con mucha fe y algo de cruzar los dedos hasta de los pies, emprendimos camino tempranito al Lago Dos Bocas de Utuado. Durante el viaje pasamos algunas lloviznas y el cielo no se veía muy amigable, pero no se evidenciaban signos de alguna tormenta que detuviera la actividad. Llegamos al embarcadero del Lago y ya nos esperaban varias participantes. Poco a poco nos fuimos reuniendo todas bajo la sombra provista por las nubes, pero sin lluvia o indicios de ella en las horas venideras. Se nos unieron nuestro videógrafo, Jorge Rivera y su familia, y dos acompañantes, los esposos de dos de las participantes, la joven utuadeña Jarimar Montalvo, quien nos prestaría sus ojos para el nuevo proyecto “Ojos” de Mujeres con Visión, y un amigo del grupo de aventuras Eco-Otoao.
A eso de las 10:30 se completó el grupo de 16 kayakeras que sería acompañado por los instructores de Planeta Kayak hasta el Restaurante Rancho Marina. En el camino nos detendríamos en una cascada ubicada en la desembocadura del Río Limón para descansar y refrescarnos un poco. José “Planeta” Maldonado, propietario e instructor principal de Planeta Kayak, reunió a las participantes para dar orejitas de manejo y seguridad, así como garantizar que se siguieran las guías para el buen manejo de la embarcación y su disfrute seguro. No faltaron comentarios jocosos y risas en el grupo, cosa que hizo que se calmaran los nervios de las que nunca habían kayakeado. Planeta se aseguró que todas estuvieran bien sentadas y conocieran el manejo adecuado de los remos.
Reafirmadas y seguras, nos montamos en pares en cada uno de los kayaks y ejercitamos nuestros brazos por un rato mientas nos reuníamos todas en medio del Lago para zarpar. Entonces comenzó la verdadera aventura: ¿Cómo mantengo el kayak derecho? Las risas y carcajadas sobre la poca habilidad para movernos hacia el lado que queríamos no se hicieron esperar. En los primeros minutos parecía más que íbamos en carritos locos que en kayaks. A pesar de los muchos choques entre nuestras embarcaciones, las que habían tenido experiencias previas nos alentaban y daban algunas orejitas para dirigirnos hacia el frente. Buen intento, pero solo nos daba seguridad total la vigilancia cercana que nos prestaban los instructores mientras adquiríamos nuestro ‘remo swing’.
Entre choque y choque, y algunos momentos de remar en línea recta, llegamos al Chorro El Limón. Subimos con una soga por la empinada cuesta hasta llegar a una cascada que parecía estar en el mismo paraíso. Allí fue donde surgió la transformación. De mujeres que ni se conocían, el lugar provocó que nos convirtiéramos en panitas disfrutando juntas un entorno espectacular. Hablamos sobre la naturaleza y la densa vegetación, nos fuimos mojando cada vez un poco más y nos atrevimos a pasar al otro lado del agua, hasta que en unos minutos estábamos casi todas debajo del chorro recibiendo el golpe fuerte y disfrutando cada momento entre risas y chistes.
Hubo entre todas una introspección sobre la última vez que nos habíamos permitido estar totalmente empapadas y en contacto directo con la naturaleza. Fue un momento de total desconexión con la rutina y de entrada a un mundo aparte, nuestro. En la conversación subsiguiente hubo promesas de no volver a dejar pasar tanto tiempo sin experimentar esas estupendas oportunidades. Compartimos un sentimiento común: estar entre nosotras, todas mujeres, es definitivamente divertido. Pero, nos tocó bajar…
Todas dudamos de nuestra habilidad para negociar la soga en la bajada, porque la subida fue mucho más fácil. Cada una dio su idea sobre cómo disipar el riesgo bajando y, con la ayuda de los instructores bajamos sin perder un tobillo o una rodilla, aunque llenas de fango, y felices. Así, retomamos los kayaks.
A partir de ese momento, la comunicación entre todas las participantes tenía un aire más relajado. Fue como si nos hubiesen bajado a King Kong de las espaldas. Aunque nuestras habilidades en el remo continuaban siendo a lo sumo dudosas, cada choque provocaba risas y alegría, no tensión.
Entonces llegamos a lo que todas describimos como un paraíso encantado: una lomita con gramita bien cuidada, varias casitas coloridas y gente muy amable recibiéndonos con comida y bebida. El Restaurante Rancho Marina está ubicado en un espacio privilegiado a orillas del lago, con varios puntos de acceso y áreas con árboles bajo los cuales hay sillas y terrazas para descansar y degustar exquisito platos. El equipo de trabajo de Rancho Marina nos recibió y nos proveyó muestras de sus bebidas y comidas. Luego pasamos a una terraza designada exclusivamente para nosotras, donde nos dispusimos a pasar un buen rato descansando, conversando y comiendo.
En un aparte con la dueña de Rancho Marina (¡otra mujer con visión!), Vivian Lopategui Canino, pudimos constatar las dificultades que están pasando nuestras empresarias para mantener sus negocios. El clima y los problemas económicos han dado fuerte en toda la isla, pero en el centro su impacto ha sido mucho mayor. Pero, con la actitud positiva que le caracteriza, Vivian nos dice que sus clientes son fieles y que tiene fe en que las navidades le ayudarán a compensar los momentos difíciles. También apuesta a iniciativas como la Kayakeada y otros eventos grupales para que más gente conozca las maravillas naturales y culinarias de su restaurante.
Luego de un excelente almuerzo, Jorge preparó el escenario para las entrevistas de nuestras mujeres con visión. Entonces se mandó el mega aguacero con rayos y centellas. ¡Llovió y tronó como le dio gusto y gana! Hicimos sopa con toda el agua y nos decidimos a llevar a cabo las entrevistas. Una a una todas nuestras participantes se sentaron con las editoras Lourdes Cruz y Cecilia Arguelles para compartir las cosas que les hacen mujeres con visión. Así pasamos un buen rato con una cortina de agua cubriendo los lados de la terraza donde nos encontrábamos.
Los minutos fueron pasando, dejó de tronar y todas nos sentíamos muy a gusto con trepar las piernas, conversar amenamente y descansar. Pero entonces escuchamos la voz de Planeta, quien nos indicó que si no queríamos quedarnos a vivir allí teníamos que emprender el regreso. Casi arrastrando los pies, nos montamos nuevamente en los kayaks. Temíamos que, al estar lloviendo, la situación fuera mucho más difícil. Pero una vez más la naturaleza nos sorprendió. Nosotras mismas nos sorprendimos. Fue como si una trompeta hubiese sonado. Todas avanzamos a cambiarnos nuevamente a nuestra ropa mojada y a dirigirnos al lugar donde dejamos los kayaks.
Salimos con una lluvia moderada. Mientras caía en nuestros rostros, se iba purificando toda pena, toda preocupación. El silencio de nuestras voces, el ritmo de las gotas cayendo sobre el agua, los remos sonando mientras entraban y salían, y las nubes arropando las montañas y creando nuevas formaciones que dejaban ver entre la luz y la sombra los cambios de colores en la vegetación, convirtieron el escenario del momento en uno mágico, casi irreal. Lo que pareció un reto se convirtió en una experiencia de paz, de comunión con la naturaleza.
Durante el regreso íbamos más reflexivas, tomando cada movimiento como un rito de pasaje entre la vida diaria y esos momentos sublimes que vivíamos juntas. Cuando llegamos los instructores se encargaron del equipo y nosotras tuvimos la oportunidad de despedirnos reafirmando el nuevo propósito de compartir más aventuras como ésta. Terminamos cansadas, pero felices y llenas. Mejor aún, terminamos con muchas nuevas amigas y cómplices de una aventura de domingo en el Lago Dos Bocas de Utuado.
Mujeres con Visión agradece los servicios de Planeta Kayak y Restaurante Rancho Marina. También a Jorge Rivera Serrano, fotógrafo y videógrafo profesional que sacó de su tiempo para cubrir la actividad. Gracias a ellos la actividad fue todo un éxito. Recomendamos a todas nuestras lectoras que conozcan más de sus servicios. Pueden hacerlo con la información que aparece a continuación:
Para actividades de remo en lagos y playas de Puerto Rico, solas o con amistades, en grupos abiertos o privados, pueden contactar a Planeta Kayak aquí: www.facebook.com/planeta.kayak/
Para un día de aventuras o sosiego diferente, con comidas y bebidas de primer orden, visiten el Restaurante Rancho Marina. Pueden llegar al mismo en su propia embarcación (aplican leyes del DRNA), en la embarcación del gobierno o en una lancha privada del restaurante. También pueden llegar por tierra en su vehículos. Para más información, horarios y direcciones, pueden contactar al Restaurante Rancho Marina aquí: www.facebook.com/ranchomarina/
También agradecemos a Lourdes Cruz & Asociados, Tasadores de Bienes Raíces: http://www.lourdescruz.net