Aventura en el Unibón - Parte I
Conocemos muy poco de nuestra Isla. Sí, hemos ido a Culebra, al Cañón de San Cristóbal, a las Cavernas del Río Camuy y a Survival Beach. Hemos subido al Yunque y a Cerro Puntita, hemos kayakeado en las Cabezas de San Juan y buceado en Vieques. Pero no lo hemos visto todo; ni cerca.
Nos encontramos a las 9:00 a.m. en la salida 35 del expreso para comenzar nuestra Aventura en el Unibón. Tito Maldonado, de Ríos, Charcas y Cascadas de Puerto Rico; y Ramón Betancourt, de Monte Adentro Aventour, nos guiaron por la PR-160 hasta el lugar donde comenzaríamos la travesía a pie. Aunque el piso estaba mojado, el día prometía ser claro. Luego de unas palabras sobre las reglas del juego y de verificar que todas tuviéramos el equipo necesario, salimos cuesta abajo.
Bien dicen que el asunto es “como las calabazas”. La bajada era bien empinada al final, pero todas la negociamos sin problemas. Vimos la planta de la AAA que denota la división del río y que queda sobre la primera cueva que cruzaríamos.
Ramón “escautió” la bajada más próxima al lado de un árbol pero determinó que la lluvia la había dejado demasiado resbalosa como para que pudiéramos bajar sin contratiempos. Así, Tito nos guió hasta la represa mientras Ramón bajaba hasta la cueva para preparar los anclajes que servirían para sujetarnos cuanto entráramos.
Una vez en la represa, Leilani se sentó en la chorrera que utilizaríamos para bajar de forma tal que el agua no fuera demasiado fuerte y no corriéramos peligro. Una a una bajamos hasta el río. La pequeña bajadita por la chorrera fue nuestro primer encuentro con la adrenalina. Estamos seguras que al ver las fotos pensarán que la cosa no era para tanto, pero si vives tu vida en la losa cualquier cosita como esa parece las Cataratas del Niágara. Además, si alguien se caía, el cascarazo por lo menos se llevaba una rodilla y un codo pa’ buen sitio. Por eso fue tan importante la seguridad desplegada por nuestros guías en todo momento.
Aprovechamos para varias fotos en la represa, donde nos introdujimos al segundo shot de adrenalina: el agua fría. Estamos seguras que más de una pensó que más arriba se estaba derritiendo un glaciar. Ok, es un poco exagerado, pero es que las boricuas somos de sangre caliente y, además, cuando uno está sudando y con la temperatura trepá, el agua fría en la espalda (y otros lugares) se siente brutal. Anyway, sobrevivimos a nuestro segundo encuentro con el río.
Luego de caminar un pequeño tramo, nos encontramos en la boca de la cueva. Arriba a la izquierda estaba en camino empinado y el árbol por donde no pudimos bajar. Ya los anclajes estaban listos, Ramón estaba dentro de la cueva y Tito se aprestó para ayudarnos a bajar una a una. La primera víctima, Lolly, entró y todas nos pusimos a la espera de ver el resultado. Bajó con la ayuda de los guías y todo salió bien. En ese momento y casi cuando íbamos a entrar las demás, se soltó un aguacero fuerte. Inmediatamente los guías decidieron sacar a los que estaban en la cueva y buscar un terreno alto lo más rápido posible. Viramos y rápido subimos a la derecha. Entonces, ¡ta-ta-ta-tán! Ahí estaba el camino empinado y el árbol del principio esperándonos…
El cuadro en este momento era un poquito peor: a lo empinado se sumaba el chubasco y el barro de la pendiente estaba brillosito, como esperando ver nuestras canillas (y fondillos) chocar contra él y deslizarse cuesta abajo. Pero el terreno inclemente no contaba con la astucia de nuestros guías. Rápidamente colocaron una soga en el árbol y se dispusieron a través del camino para ayudarnos a subir. En todas las batallas surgen leyendas, y en esta ocasión nuestra primera leyenda fue la de una compañera, Alexandra “Cirque du Soleil”. En un acto que se repetiría a través de toda la aventura, nuestra amiga negoció el abismo con un solo zapato y patinando en ángulos que desafiaban las leyes de la física. Aunque los zapatos le traicionaban, Alexandra no se quitó en todo el día y logró pasar toda la aventura sin un rasguño. Otra compañera rehusó ayuda en la subida y decidió subir sola con la soga. Ante la mirada atenta de los guías, trepó hasta arriba con determinación.
Entonces le tocó el turno a la segunda leyenda del día: Cecilia “La Elfa”. Calzando una botitas de esas que utilizan los gnomos en las historias fantásticas (o Legolas en The Lord of the Rings y Asterix en los cómics franceses), Cecilia subió como si fuera una plumilla. Lo impresionante no fue solamente que lo hizo “como si fuera un mamey”, sino que al revisar sus zapatos mágicos nos dimos cuenta que la suela estaba lisa como una plancha. ¡Se podía freír un huevo en ellas y no se pegaba! ¿Cómo lo hizo? Nadie sabe. Algunas compañeras juraron que si te pegabas bien a las botas, veríamos en los lados dos alitas minúsculas que se activaban a la hora de “jalar” pa’l monte.
Ya seguras y salvas en el tope, nos dimos cuenta que la lluvia fue algo de un montón en un momento o, como diría Shakespeare, "mucho ruido y pocas nueces." Reorganizadas y descansadas las tropas, los guías nos dijeron que intentaríamos pasar por la segunda cueva…
(No te pierdas las segunda parte de esta aventura mañana en Mujeres con Visión)
Mujeres con Visión agradece a:
Ríos, Charcas y Cascadas de Puerto Rico – Tito Maldonado y su equipo proveyeron el contacto con Monte Adentro Aventour para hacer posible esta aventura. Igualmente, nos acompañaron durante todo el trayecto y añadieron nuevas paradas. RCC tiene múltiples aventuras a través de toda la Isla. Para más información y para separar tu espacio en una próxima aventura, comunícate en:
https://www.facebook.com/groups/charcasycascadas/
Monte Adentro Aventour – Ramón Betancourt proveyó el equipo para nuestras mujeres con visión. La Aventura en el Unibón es parte de la oferta variada que tiene Monte Adentro Aventour en excursiones y pasadías. Para más información y para separar tu espacio en una próxima aventura, comunícate en: https://www.facebook.com/monteadentroaventour