Voces y hazañas de las mujeres: Reflexiones en torno a Historia de las mujeres
Women’s history is indispensable and essential to the emancipation of women.
Gerda Lerner - The Creation of Patriarchy (1986)
…[se debe estudiar] la evolución y recorrido que la historia de las mujeres, en relación al género, ha tenido en las últimas décadas, tanto desde la perspectiva histórica de este sujeto
colectivo como de la propia disciplina….
[Y analizar estas] como nuevos paradigmas,
[con] sus [propias] temáticas, conceptos,
fuentes y carácter interdisciplinar…
Esther Mora - “El paradigma género y mujeres
en la historia del tiempo presente” (2012)
En el II Coloquio de Investigación de Historia de las mujeres de la UPR, Utuado (2013), Margarita Mergal, presentó la conferencia magistral titulada ¿Por qué nos debe importar la historia?. En esa ocasión Mergal, precisamente nos dijo que aunque podemos destacar “muchos temas y asuntos sobre esto de las mujeres y la historia, sobre la historiografía feminista” uno de los asuntos que no podemos perder de vista es “la importancia de este conocimiento para la actividad critica tan necesaria para la democracia y tan olvidada hoy día”. (p.2) También nos dijo, que muchas de las que estamos hoy aquí hemos sido como ella, “feministas de nación, rebeldes, feministas sin saber que lo eran. Para eso importan la historia y el feminismo, para conocer lo que somos y serlo mejor” (p. 4). Añadió que todas además probablemente hemos pasado por el momento donde hemos descubierto que las mujeres “sí tenemos historia, que nuestras antepasadas y nosotras mismas, hemos sido participes activas en la construcción del mundo en el cual vivimos… nosotras también actuamos, también tenemos historia. Cuentos, narraciones que ayudan a redimir el olvido… Narraciones, cuentos de hechos que sí, pero un proceso que desvela cómo nuestros vínculos con el pasado son emotivos, son valorativos y cuanto esas emociones y valores nos enseñan” (p.5).
Precisamente a través de narraciones es que yo me acerco a y me convierto en historiadora, a través de los cuentos de mis dos abuelas. Dos mujeres que a pesar de haber nacido en el mismo momento histórico y en el mismo país, experimentaron ser niñas y mujeres puertorriqueñas de maneras muy diferentes. Mi abuela materna, Ana Matilde nació en el campo. Oriunda de Barranquitas, y la mayor de siete hermanos. Aprendió desde niña cómo las plantas crecían. Esta sabiduría le sirvió para sembrar en cada casa a la que mi abuelo la mudaba desde mediados de la década del 1940, desde el campo hasta la ciudad. Parió dos hijos en Barranca y dos más entre Ponce y San Juan. Era capaz de sembrar (sus) raíces en lugares inhóspitos como en el estado de la Florida donde luchaba con las culebras que salían de un lago oscuro y se deslizaban sobre la arena hasta el patio donde ella sembraba recao, ajíes y orégano en el 1984. Su comunicación con el suelo, semillas y retoños era tal que era capaz de cultivar en cualquier espacio dentro o fuera del país. Me enseñó desde temprana edad el valor de las plantas y cómo estas nos nutren con sus frutos y su magia.
Mi abuela paterna Rosa Lydia, nació pocos años antes que Ana Matilde y en el Viejo San Juan. De niña se mudó con sus padres y hermanos a Santurce, convirtiéndose en una cangrejera blanquita de Miramar. Se crio en una casa cerca de la Parada 15 entre la Ave. Fernández Juncos y la Ponce de León. Estudió en el Colegio Perpetuo Socorro, tenía chofer (nunca aprendió a guiar) y cocinera (tampoco se vio obligada a cocinar). Fue a la universidad en la década del 1930 (sus hermanos a University of Notre Dame y ella a la UPR, RP). La historia y la literatura la apasionaban. No recuerdo que supiera nada de las plantas, ni de la cocina. La recuerdo como una mujer inteligente que devoraba libros y tomaba abundantes notas en libretas grandes y pequeñas. Era nuestra bibliotecaria, a quien llamábamos los hijos y los nietos cuando teníamos proyectos de toda clase. Era capaz de asistirnos en investigaciones elementales y avanzadas por igual.
Esta pasión hacia los vínculos que existen entre las mujeres, de sus experiencias diversas, de sus sabidurías y de sus historias, se la debo en gran parte a estas dos mujeres. Así, entre las dicotomías del campo y la ciudad, la tierra y el cemento, los supuestos retrasos y progresos, el conocimiento generacional y la investigación, surgió el querer saber cómo estas mujeres experimentaban ser puertorriqueñas en el siglo XX y mi interés en la historia de las mujeres y en la perspectiva de género.
Los y las estudiosos y estudiosas de estos temas discuten variados dilemas que existen en la historiografía en lo que respecta a la historia de las mujeres. Abordan los criterios de la objetividad, de la verdad y de la memoria en sus planteamientos sobre esta historia. Las historiadoras y teóricas feministas; Joan Scott, Gerda Lerner, María Julia Palacios, Esther Mora y Margarita Mergal (entre otras) se hacen preguntas muy similares: ¿Qué es y cómo se hace historia de las mujeres? Todas están de acuerdo que los hechos son interpretados de diferentes maneras y que este tipo de historiografía depende de la pregunta que se formula.
Los criterios de la verdad y de la objetividad - ¿Cuáles son los hechos? ¿Quién los interpreta?
Bajo el criterio de la verdad los historiadores se cuestionan ¿qué es un hecho histórico? Sostienen de alguna manera u otra que la historiografía depende de la pregunta; de ahí parte la imaginación y la creatividad. También plantean que la verdad depende de la óptica del que la narre ya que los hechos son interpretados de diferentes maneras dependiendo de la experiencia del individuo (edad, raza, género, clase y orientación sexual, entre otras categorías). Bajo el criterio de la objetividad postulan que los hechos son interpretados desde el punto de vista de los que están en el poder. En el caso de las mujeres hasta muy recientemente no hemos sido consideradas sujetos históricos, salvo muy raras excepciones, y nuestras acciones no se han constituido como hechos históricos.
Debemos entonces preguntarnos, como nos dice Mergal, “¿Vale hacer las mismas preguntas desde la perspectiva metodológica sobre los espacios estudiados? Cuando se miran con perspectiva de género el hogar, el lugar de empleo, la escuela, la cancha de deportes, la iglesia, cambian de aspecto, no vemos lo mismo. ¿Cuáles temas son más o menos pertinentes, cual objeto de estudio? Los hechos históricas no cambian, pero primero tenemos que descubrirlos y luego interpretarlos” (p.7).
El criterio de la memoria; el poder y el patriarcado
Desde el criterio de la memoria postulan que la mirada depende de las posibilidades del contexto socio-económico, de las experiencias o vivencias de sus miembros (comunidad). Los y las historiadores apuntan a la necesidad de hacer preguntas como: ¿qué o quién forma parte de la comunidad? ¿Quién (es) están en el poder? Joan Scott y Gerda Lerner sostienen que la categoría de género es una sumamente importante y compleja. Sus posturas señalan la importancia de tomar en consideración la diferencia sexual, el papel que verdaderamente juegan la biología y la cultura y a la igualdad vs. la diferencia entre los géneros. Scott plantea que la igualdad requiere el reconocimiento de la diferencia; también fomenta el ver a las mujeres como una categoría cambiante, no rígida.
Por otra parte, Lerner afirma que la memoria es colectiva, esto es, de la comunidad; depende nuevamente de quién esté en el poder (Estado, Iglesia, Academia); de quién forme parte de la comunidad. Lerner aboga por una reconstrucción imaginativa de los eventos pasados. En “The Necessity of History and the Professional Historian” (1997), Lerner cita a W.E.B. Du Bois para advertir y abordar esta memoria colectiva. Du Bois escribió sobre la historia de los afroamericanos en los EEUU utilizando el concepto de “double-consciousness” (121). Señala que los afroamericanos siempre se miraban a través de los ojos de los que estaban en el poder. Define el término de “double-consciousness” de la siguiente manera: “… always looking at oneself through the eyes of others…an American, a Negro” (121). Los que están en el poder son los que le dan la identidad al que no tiene poder. Desde esta perspectiva, entonces, las mujeres padecemos de este “double-consciousness” también, o quizá más bien un “multiple-consciousness” dado a la multiplicidad de los roles que asumimos y que se nos asignan (desde los ojos del colonizado y del colonizador).
Merece incorporarse aquí algunos de los postulados de Gerda Lerner sobre el patriarcado. Lerner es muy cuidadosa al apuntar a las diferencias biológicas y culturales en su historia de la creación del patriarcado. Utiliza diversas fuentes y critica aquellas que se han estudiado o aceptado en la academia, al igual que en la sociedad, a través de los años. Lerner explica cómo se manifestaron estas diferencias desde la época neolítica en la relación entre madre e hijo. Sostiene que esta relación se produjo por necesidad, para salvar o mantener vivas a sus criaturas (40-41). Esta responsabilidad de supervivencia creó, según Lerner, la primera división de trabajo – las mujeres criaban y protegían a sus crías mientras los hombres cazaban (40-41).
Durante dicha época era esencial para la supervivencia del grupo que las mujeres tuviesen muchos embarazos, que parieran y que amamantaran a sus retoños. Lerner también mantiene que las mujeres escogieron o prefirieron aquellas actividades laborales mediante las cuales podían combinar sus responsabilidades como madre (41).
Esta historiadora afirma que, en parte, su aceptación a una “explicación biológica” se puede tolerar sólo para las primeras etapas del desarrollo humano. Nos asegura que esto no quiere decir que “… a later sexual division of labor based on women’s mothering is “natural” (42). Al contrario, nos hace saber (algo que ella demostrará a través de su investigación), que la dominación masculina es un fenómeno histórico “… in that it arose out of a biologically determined given situation and became a culturally created and enforced structure over time” (Lerner 42).
Sin embargo, se rehúsa a que veamos a las mujeres como simples víctimas. Utiliza el trabajo de Elise Boulding para mostrar que las mujeres podían también atribuirse poder (“feel empowered”) (Lerner 48).
Lerner plantea una distinción entre la necesidad biológica, - “to which both women and men submitted and adpated”-, la cultura construida, y las instituciones creadas por construcciones culturales que forzaron a las mujeres a roles subordinados (52). De acuerdo con esta historiadora las mujeres no visualizaron las consecuencias que tendría el haber accedido a tal división laboral; no se percataron que dicha división sexual las pondría en desventaja. También critica la postura de Freud de “anatomy is destiny”. Expresa: “What Freud should have said is that for women, anatomy once was destiny” (Lerner 52-53). Sostiene que esta última declaración es cierta e histórica y que lo que una vez ocurrió, ya no es así: “… and no longer must be nor should be so” (Lerner 52-53). Esta última cita resume su postura sobre las diferencias entre biología y cultura. Estamos de acuerdo con estos postulados de Lerner, como hacedoras de historia debemos de tener una óptica crítica al analizar dichas diferencias, utilizar diversos estudios, disciplinas y perspectivas, y jamás perder de vista que un modelo no se puede, ni se debe, utilizar para todas las culturas a través del tiempo.
Historia de las mujeres
Escribir la historia de las mujeres y la historia con perspectiva de género no es tarea fácil, así nos advierte Margarita Mergal, Lerner, Mora, entre otras. Joan Scott, en su artículo titulado “Historia de mujeres” (1993). En este escrito Scott comienza delineando lo que este tipo de historia exige:
La historia de este campo exige una exposición que no sea simplemente lineal sino más compleja, que tenga en cuenta la posición cambiante de la historia de las mujeres pero también del movimiento feminista y, así mismo, de la disciplina de la historia…gran parte de la actual historia de las mujeres, aunque opere con conceptos de género, se dirige hacia las preocupaciones contemporáneas de la política feminista (entre ellas, en los EE UU de hoy en día, la seguridad social, el cuidado de los niños y el derecho al aborto) (61).
A estas “preocupaciones de la política feminista” le añadiríamos la situación precaria del medio ambiente y la organización y preservación de comunidades frente al desarrollo, la modernización y la pobreza.
Según Scott, la historia de las mujeres
… indaga la forma en que se ha establecido el significado de este término general. Critica la prioridad relativa concedida a la historia masculina (<<his-story>>) frente a la historia femenina (<<her-story>>), exponiendo la jerarquía implícita en muchos relatos históricos. … aún más fundamental, pone en duda tanto la suficiencia de cualquier pretensión de la historia de contar la totalidad de lo sucedido, como la integridad y obviedad del sujeto de la historia: el Hombre universal (72).
Se refiere a Michel de Certau quien en su ensayo “History: Science and Fiction” (1986) plantea que dicha historia “…abre de golpe todas las cuestiones sobre la competencia en la materia y la objetividad en que se basa la construcción de las normas disciplinarias” (Scott 73). Añade que la historia de las mujeres no dispuso la mayor parte de sus esfuerzos a documentar la victimización de las mujeres, sino que se dedicó a sustentar lo propio de la “cultura femenina”, “creando así una tradición histórica a la que las feministas podrían recurrir al buscar ejemplos de la actividad de las mujeres y pruebas de su capacidad para hacer historia” (Scott 77).
Scott hace una observación de gran envergadura sobre la historia de las mujeres, una que aclara las dudas del por qué se comienza a utilizar el concepto género para destacar su aspecto social y relacional. Sostiene que la historia de las mujeres afronta múltiples complejidades:
… – con sus complicaciones de datos sobre mujeres del pasado, su insistencia en que las periodizaciones admitidas no funcionaban cuando se tomaba en consideración a las mujeres, sus pruebas de que las mujeres influyeron en los acontecimientos y tomaron parte en la vida pública y su insistencia en que la vida privada poseía aspectos públicos y políticos – evocaba una insuficiencia fundamental: el sujeto de la historia no era una figura universal y los historiadores que escribían como si lo fuera no podían pretender estar contando toda la historia. … Se requería una manera de pensar la diferencia y el modo en que su construcción definía relaciones entre individuos y grupos sociales. … (79).
Agrega que para poder teorizar la cuestión de la diferencia sexual se empleó el término género, ya que éste está relacionado con contextos sociales y culturales: “existía la posibilidad de pensar en función de diferentes sistemas de género y de las relaciones entre éstos y otras categorías, como raza, clase o etnia, así como tener en cuenta los cambios” (Scott 80).
Género como categoría de análisis histórico
En otro de sus reconocidos trabajos, “El género: una categoría útil para el análisis histórico” (1990), Scott postula que la investigación historiográfica con una perspectiva de género:
…proporcionará nuevas perspectivas a viejos problemas,… redefinirá los viejos problemas en términos nuevos,… hará visibles a las mujeres como participantes activos y creará una distancia analítica entre el lenguaje aparentemente estable del pasado y nuestra propia terminología” (56).
Añade que “esta historia dejará abiertas posibilidades para pensar en las estrategias políticas feministas actuales y el (utópico) futuro, porque sugiere que el género debe redefinirse y reestructurarse en conjunción con una visión de igualdad política y social que comprende no sólo el sexo, sino también la clase y la raza” (56).
Aún así, Scott alerta de posibles problemas con el uso del concepto género, si se utiliza para oscurecer la situación particular y de subordinación de las mujeres. Plantea lo siguiente: “Mientras que el término “historia de las mujeres” proclama su política al afirmar (contrario a la práctica habitual) que las mujeres son sujetos históricos válidos, “género” incluye a las mujeres sin nombrarlas y así parece no plantear amenazas críticas” (28). Así se sustituye “género” por “mujeres”, sugiriendo que “la información sobre las mujeres es necesariamente información sobre los hombres, que un estudio implica al otro. Este uso insiste en que el mundo de las mujeres es parte del mundo de los hombres. … Además, género se emplea también para designar las relaciones sociales entre sexos” (Scott 28).
Otro componente importante de la historia con perspectiva de género es su multi e interdisciplinariedad. En su ensayo “Vivir la Historia: palabras de iniciación” (1982), Lucien Febvre plantea que el ser humano “no es una abstracción sino un ser concreto en su sociedad, en su vida”. La historiografía o teoría de género se basa en observar al ser humano, dentro de un contexto cultural específico – de clase, raza, tiempo y orientación sexual, entre otros. La multi e interdisciplinariedad nos ayuda a ver a la categoría de género como una amplia y cambiante, no una estática ni esencialista.
Febvre mantiene que hay que tomar “clara consciencia de los lazos que unen a la historia…con las disciplinas próximas [psicología, sociología, geografía, física, biología, ingeniería, etc.]” (47). Esta unión, según este historiador, satisface “una necesidad de realidad que nadie encontraba en los estudios históricos orientados progresivamente hacia la más arbitraria historia diplomática y absolutamente separada de la realidad” (46). Éste ha sido el planteamiento de otros historiadores antes mencionados como Gerda Lerner, Esther Mora, Margarita Mergal y Joan W. Scott, quienes exigen e investigan dicha multidisciplinariedad para reconstruir la historia de las mujeres. Ellas sostienen que es esencial utilizar otros marcos teóricos y científicos para poder entender por qué las mujeres fueron excluidas o no consideradas como hacedoras de historia, al igual que el por qué perpetuaron el patriarcado que las mantenía subyugadas.
La teoría e historiografía de género obliga a los y las historiadores del presente a “sustituir las antiguas teorías por otras nuevas” (Febvre 52-53).
Como hemos visto, los testimonios o recuerdos personales de las mujeres comprenden una historia auténtica, que amerita estudio. Entonces, examinemos los actos, (vivencias, escritos y postulados orales y escritos) de las mujeres, “…los móviles que [las] han hecho actuar, los fines que persiguen, el significado que tienen, para [ellas], sus comportamientos y sus acciones” (Goldman 18), tomando en cuenta “la conciencia” de los protagonistas principales, y también “los factores sociales, económicos, políticos” y ecológicos que les influyen.
Por otro lado, en “El paradigma mujer: género y mujeres en la historia del tiempo presente”, Esther Mora (2012) nos dice que:
La historia del tiempo presente confirma que las feministas consiguieron hacer realidad la demanda de: “Lo personal es político”. Con sus luchas trasladaron al espacio de lo público cuestiones como la dominación patriarcal, el papel de la familia, la sexualidad y la reivindicación del control del cuerpo, que hasta esas fechas eran consideradas personales o privadas. A través de esa vía se mostró que el género también es político, y que las relaciones vienen determinadas por la ostentación y ejercicio del poder” (Mora p. 158).
Para concluir resumiré algunas de las fortalezas de las historia de las mujeres utilizando varias observaciones ya hechas y tambien presentadas por una investigadora y teorica feminista argentina, María Julia Palacios. Palacios afirma en su ensayo “Una mirada crítica sobre la Historia de las mujeres” (2002) que las fortalezas de la historia de las mujeres son:
… haber demostrado las insuficiencias de la historia androcéntrica y la consiguiente necesidad de trabajar con nociones como la de género, que permite visualizar las relaciones entre varones y mujeres como un elemento fundamental de la dinámica social, insoslayable en la explicación del proceso histórico.
…[ha]enriquecido problemática y metodológicamente la historiografía contemporánea: aportado conceptos y perspectivas de análisis tendientes a lograr una mayor comprensión y mejor explicación de las complejas interrelaciones entre varones y mujeres: permitido tener en cuenta y contribuido a explicitar las formas específicas de relación entre género y política, y, … llevado al reconocimiento de que la explicación del proceso social exige la consideración de todos los sujetos implicados en él (pp. 297-298).
Sin embargo, Palacios nos advierte que:
…las investigadoras muestran actualmente una fuerte preocupación por el riesgo que suponen las interpretaciones esquematizadas y “banales” de la Historia de las mujeres; también coinciden en advertir que el camino más productivo para la recuperación de las mujeres en la historia no es el de una historia “paralela”, sino aquel que posibilite una nueva lectura racional del pasado, desde una perspectiva que permita una mirada más abarcativa e integradora sobre el conjunto de la sociedad, sus problemas y sus conflictos.. una historia “no androcéntrica” … la necesidad de escribir una historia con las mujeres” (pp.301-302).
Voces y hazañas de las mujeres: Reflexiones en torno a Historia de las mujeres
Por: Roxanna Domenech Cruz, PhD
Decana Asociada del Departamento de Humanidades
Universidad Metropolitana, Cupey
VI Coloquio de Investigación de Historia de las mujeres
UPR, Utuado
Referencias:
Febvre, Lucien. “Vivir la Historia: palabras de iniciación” en Combates por la historia
Barcelona: Editorial Ariel, 1982.
Gilligan, Carol. In a Different Voice: Psychological Theory and Women’s Development Cambridge: Harvard University Press, 1982.
Goldman, Lucien. “El pensamiento histórico y su objeto” (9-19). Las ciencias humanas y la
filosofía. Argentina: Ediciones Nueva Visión, 1987.
Lerner, Gerda. Women and History - Volume One: The Creation of Patriarchy Oxford
University Press New York & Oxford 1986.
……“The Necessity of History” (113-128) Why History Matters: Life and Thought
Oxford University Press New York & Oxford 1997.
Mergal, Margarita. ¿Por qué nos debe importar la historia? Ponencia presentada en el II Coloquio de Investigacion de Historia de mujeres, Universidad de Puerto Rico en Utuado (8 de marzo de 2013).
Mora, Esther. “El paradigma género y mujeres en la historia del tiempo presente” (143-160). Revista Historia Autónoma, número 2, marzo 2013.
Palacios, María Julia. “Una visión crítica sobre la historia de las mujeres” (279-302). Perfiles del feminismo iberoamericano Catálogos, Argentina: 2002.
Scott, Joan W. “El género: una categoría útil para el análisis histórico” (23-56) en Historia y
género: Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea. Edición a cargo de James S. Amelang y Mary Nash. Ediciones Alfons el Magnanim 1990.
Scott, Joan. “Historia de las mujeres”, en Formas de hacer Historia editado por Peter Burke.
Madrid: Alianza Universidad, 1999.
….. “Igualdad versus diferencia: los usos de la teoría postestructuralista”, Debate Feminista, año 3, vol. 5, marzo 1992, pp. 85-105.
La Dra. Roxanna Domenech Cruz es madre de tres hijos (Guillermo, Luna y Guillén) y tía de múltiples sobrinos y sobrinas. Estudió su bachillerato en Humanidades con concentración en Estudios de las mujeres y de género de Smith College en Massachussetts, su maestría en Diversidad cultural y desarrollo de currículo de la Universidad de Massachusetts, Amherst y su doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Fue profesora interdisciplinaria en el Departamento de Humanidades de la Universidad Metropolitana hasta el 2014. Desde enero 2015 funge como Decana Asociada del Departamento de Humanidades. Tiene sobre 20 publicaciones entre journals, revistas y periódicos locales y ha presentado trabajos de investigación en Nicaragua, Inglaterra, Estados Unidos y Puerto Rico sobre asuntos ambientales, de las mujeres y de raza. En diciembre 2016 la Secretaría del Gobierno del Estado de México publicó su investigación titulada “Mujeres luchadoras: Ecofeminismo, ambientalismo e historiografía puertorriqueña contemporánea desde una perspectiva de género” como parte del libro mujeres, historias y sociedades: Latinoamérica, Siglos XVI al XXI.