Mediación familiar: las relaciones de familia y el perdón
Muchas veces cuesta trabajo pedir perdón, perdonar o hasta perdonarnos. Sucede porque podemos pensar que es una muestra de debilidad, cuando reconocemos que a veces nos equivocamos, que no siempre tomamos buenas decisiones o no siempre tenemos la razón.
Algo importante acerca del perdón es que este gesto, o capacidad, nos permite abrir nuestra mente y nuestro corazón.
Cuando estoy trabajando casos que envuelven relaciones de familia, me doy cuenta que casi todo se ha vuelto imperdonable, que cualquier error cometido se repite una y otra vez, que las personas tienen mucho miedo a equivocarse, a fracasar, a no saber qué decir o qué hacer para evitar equivocarse y no hacer daño a los demás.
Cuando estamos dolidos nuestro ego, orgullo y coraje nos llevan a aislarnos de todo y todos. Esta acción nos coloca en la posición de llegar a conclusiones sobre los demás, a señalarlos o hasta juzgarlos si no piensan como nosotros, si no sienten lo que sentimos o no cumplen nuestras expectativas de lo que "debería ser". En ese momento es difícil ser empáticos con las personas, escucharles, considerarles, reconocer su posición o entenderlos.
¿Por qué sucede esto?
Frustración o decepción al sentir que las cosas no son como nos gustaría.
Asumimos la posición de que nos entiendan, no estamos dispuestos a tolerar o no “bajamos los niveles de ira”.
Cuando estamos trabajando para solucionar situaciones de familia es necesario que los miembros se comuniquen de manera asertiva y puedan pensar antes de hablar, evitando causar dolor o humillación con sus palabras.
Ser asertivos es saber cuándo, cómo y en qué momento decirlo
No es que las situaciones o problemas se “decoren”, como muchas personas me dicen expresándose:
“Soy muy sincero(a)”
“Soy tan feo(a), como tan franco(a)”
“Voy directo al grano”
“Yo no voy a dorar la píldora”
“Es como es y punto”
Podemos decir lo que pensamos y es muy válido, pero hagámoslo con respeto, considerando que no es necesario herir o insultar al otro para expresarse.
Los conflictos de familia generan emociones, malos entendidos, discusiones y hasta violencia, llevando a que la comunicación sea complicada o interrumpida. En momentos podemos reaccionar de manera tan negativa, que nos arrepentimos y pesa en el corazón. Ni siquiera llegamos a expresar bien lo que pensamos, ni lo que sentimos dando lugar a que sean más complicados los conflictos o problemas.
La familia y las relaciones que se forman entre los miembros se nutren de amor, comprensión, comunicación, respeto, tolerancia, compromiso, agradecimiento, honestidad y es fundamental aprender a pedir perdón, perdonar y perdonarse uno mismo.
El perdón nos hace libres, nos vuelve valiosos e indica madurez y fortaleza. Es reconocer a los demás como seres especiales e importantes, aceptación incondicional, entender que nos equivocamos y que no siempre hacemos bien las cosas. Somos diferentes porque pensamos y sentimos diferente, pero lo que nos une es el amor al otro.
Perdonar brinda libertad y flexibilidad para poder emprender el camino hacia la felicidad, y fortalece nuestra capacidad para amar.
"El perdón es una virtud del valiente." – Gandhi
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* Un Acuerdo es una Solución*
Verania Butler Cabassa, MSC/MFC
Mediadora Privada Certificada, MPC-463
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