top of page

Venciendo miedos en Canada

Múltiples años habían pasado desde la ultima vez que viajaba con todos los miembros de mi familia, así que de por sí ya era un evento histórico para mí. Nueva York, donde resido por más de 9 meses, fue el punto de encuentro para los que venían de Puerto Rico y mi hermano que volaba desde Virginia. Dos vuelos nos llevaron hasta Calgary, Alberta una región al este de Canada. Luego de una hora y casi treinta minutos manejando, llegamos a nuestra estadía por las próximas 4 noches. Una villa rodeada de montañas y pinos nos dio la bienvenida a Banff. De esas vistas que parecen de película, con nieve en el tope de la montaña, muchos pinos y vegetación en las faldas y si eres dichosa uno que otro animal silvestre.

La primera gran experiencia la viví esa noche donde tuve la oportunidad de probar “fondue” exótico. En una roca sumamente caliente cociné pedazos de avestruz, canguros, tiburón, cocodrilo, patas de rana, búfalo y venado. Sabía que no en cualquier lugar tendría esta oportunidad así que a todo decía que sí. ¿Y la maravilla? ¡Todo sabía Riquísimo! Hasta el Búfalo tartar fue un plato para chuparse los dedos.

Al próximo día, temprano en la mañana nos dirigimos a las Góndolas de Banff. Cómo ya sabes, las alturas no son mi aventura favorita, pero nuevamente a todo le decía SI. No sentí ansiedad mientras veía como las góndolas subían y bajaban de la montaña, algo que solía suceder por la

anticipación del evento. Al sentarme en "el carrito" sentí que el estómago me llegó a la garganta, tuve que sujetar la mano de mi hermano, y cerré los ojos a la vez que comencé con respiros profundos. Me repetía "todo está bien, nada te va a pasar, relájate y abre los ojos que la vista tiene que estar demente." Y eso hice, abrí mis ojos y el paisaje abrió mi boca. Aunque abrió mi boca, mi cuerpo estaba en tal modo de alerta que no me permitía sonreír (la foto de arriba es prueba de ello). Eso me demostró que es algo que, aunque puedo dominar, la reacción es muy fuerte y tomará tiempo controlar el cuerpo ante la ansiedad. El tramo fue más largo de lo que me hubiera gustado, pero sin contratiempos llegue al tope. Solo mira las fotos, porque la describir esa hermosura puede ser complicado. Ya de vuelta, cómo sabía que lo había hecho una vez, podía la segunda y el trayecto fue mucho más ameno. ¿Lo mejor? ¡Pude sonreír! (Y la foto con mi madre lo muestra :))

Al segundo dia viajamos a Jasper, un pueblo más pequeño que Banff que quedaba a unas 4-5 horas de camino, así que aprovechamos el “roadtrip” para admirar el panorama. En ruta, nos detuvimos a ver un glaciar para estirar las piernas (no había muchos lugares donde detenerse). Lo que no sabíamos era que el centro era para diversas aventuras del glaciar. Entonces aprovechamos para ir al “Glacier Skywalk”, un puente de mas de 900 pies de altura completamente transparente. Estaba lista para seguir exponiéndome a situaciones donde se involucrara alturas, mi miedo no podía limitar el disfrute de mis vacaciones o mi VIDA. Al llegar al puente, sentí un poco de nervios, pero comencé a caminar hacia el. Confieso que tuve que sujetarme de mi madre para los primeros pasos y luego ¡comencé a brincar! Miré directo abajo, admiré la gran vista que permitía ese “camino del cielo”. El sentimiento de satisfacción de poder sonreír sentada en el puente, de estar tranquila porque sabía que había superado un eslabón más de mis miedos era maravilloso.

Continúanos el trayecto a Jasper y las vistas de montaña, vegetación y cuerpos de agua te hacían sentir en un cuento de hadas, a pesar de la lluvia que en ocasiones chocaba con el cristal. Ya era hora de almorzar al llegar al pequeño pueblo de Jasper. Entonces luego de comer y visitar alguna que otra tienda nos tuvimos que ir, la lluvia nos impedía admirar lo que nos ofrecía y aún quedaban unas 4 horas de regreso.

La última parada antes de la cena, fue Lake Louise. El lago de un azul verdoso casi de mentira bañaba las faldas de dos enormes montañas y un glaciar. Fuimos afortunados de tomar varías fotos y admirar el paisaje antes de que nuevamente la lluvia nos hiciera partir.

Ya el último día estaba loca de hacer hiking, pero por última vez, el clima no lo hizo tan fácil así optamos por solo recorrer el pueblito de Banff una vez más y hacer las últimas compras. No podía sentirme más orgullosa y feliz de lo que en 4 días demostré. Mi temor a las alturas es en muchas ocasiones irracional, así que con mente fuerte poco a poco se ha moldeado para que, aunque tenga ansiedad, pueda completar cualquier aventura que incluya alturas. No hay temor que no puedas vencer y doy fe que todo tiene que ver con lo que te digas a ti mismo y pongas en tu mente. Hay quienes, con el mismo temor que yo, solo se limitan a decir “no puedo”, “no me gustan las alturas”, “me da miedo”, pero no se empujan y retan a dejar ese miedo. SI es posible, pero está en ti detenerte o seguir.

bottom of page