Mis resoluciones de Año Nuevo
Si eres como yo, hiciste tu lista. Sí, no lo niegues. Aunque no la hayas hecho, por lo menos la pensaste y odiaste la idea. “Pérdida de tiempo”, “hipocresía”, “eso debe hacerse todo el año” y muchas otras excusas. Y sí, no niegues que también pensaste que una de tus resoluciones debe ser rebajar, ponerte en forma o cualesquiera de esas cosas que tienen que ver con sentirte gorda, fofa o menos atractiva. Todas lo pensamos, admitámoslo o no.
No quiero hablar de gordura y estereotipos. Esas cosas son como las discusiones de política o religión: raramente acaban bien. La vida no está definida linealmente y lo que nos acontece no tiene nada que ver con tiempos definidos arbitrariamente. A la hora de la felicidad no hay calendario definido, como tampoco lo hay a la hora de joderse. Somos nosotras quienes usamos las medidas temporales para darle sentido a lo que nos sucede y para imponernos algunas metas o guías en el camino.
Esto no quiere decir que debemos dejar todo al azar. A veces hay que proponernos metas y darles tiempo para lograrlas. Las que han desarrollado un negocio exitoso (y las que han fracasado salvajemente) saben a lo que me refiero. Es muy difícil lograr el éxito sin metas fijas que tengan tiempos definidos. Por ello es que te invito a que me acompañes en esta reflexión sobre las resoluciones de Año Nuevo.
Hay dos tipos de resoluciones o , mejor, dicho, dos formas de construirlas. La primera es pensando en las cosas que queremos hacer en el año venidero y tratar de formar planes en nuestras mentes. Eso raramente tiene resultados. A menos que tengas memoria de elefante, lo más probable es que ya para las octavitas seas otra goldfish. Peeeeeeeero, hay una gran diferencia cuando escribimos nuestra resoluciones del nuevo año. Eso se debe a que el ejercicio de sentarse con lápiz y papel es una de las formas más probadas de ayuda mnemónica (mnemónica: s. f. Mnemotecnia, técnica para ejercitar o aumentar la capacidad memorística).
Cuando escribimos algo tendemos a pensarlo más profundamente. No es a lo Ulises de Joyce, es dándole casco. Sabemos que no podemos poner en el papel todo lo que pensamos porque corremos el riesgo de nunca acabar. La escritura es, por definición, una camisa de fuerza del pensamiento, así como las películas lo son de la literatura. Cuando escribimos ejercitamos la memoria, la hacemos concreta, la recordamos. Esa es la importancia de escribir tus resoluciones para el nuevo año.
Tu lista de resoluciones puede ser corta o extensa; conservadora o arrojada, seria o liviana. Algunas queremos ir de safari al África, otras navegar la 65 de Infantería sin explotar los shock absorbers. Unas queremos encontrar el amor de nuestras vidas, otras deshacernos del que un día creímos que lo fue. Casi todas queremos menos pipa, cero estrías, dejar la bebida (o tener más aguante), conseguir un mejor trabajo o tener la valentía de mandar el que tenemos pal carajo.
La verdad es que no importa lo que quieres. Lo que importa es que sea una expresión honesta de lo que te gustaría alcanzar en el año venidero. Eso sí, tus resoluciones no pueden estar alejadas de la verdad. Por ejemplo, no pongas como tu resolución pegarte en la Loto. Mejor date otro palo porque pegarse en la Loto no es algo que puedas controlar y de eso es que se tratan las resoluciones: cosas que puedes lograr con tu esfuerzo y dedicación. Ganarse el Powerball (1 en 293 millones de oportunidades) es mucho menos probable de que un asteroide te jienda la chola (1 en 75,000) o que te parta un rayo (1 en 13,500). Así que, please, ¡nada de pegarse en la lotería como resolución!
Pero volvamos al meollo de este artículo. Aquí tienes algunas realidades de las resoluciones de Año Nuevo:
Si las pones por escrito, tu memoria mejora y también tus oportunidades de lograrlas. Las haces mas reales, más tangibles.
Si reclutas a tu pareja, a un familiar bien cercano o a tu mejor amigx, mejoras las probabilidades de tener éxito.
Si piensas que puedes lograr X cantidad de cosas, añade algunas menos probables (¡No, la lotería NOOOOO!!!!).
Si fallas en alguna no te detengas, busca lograr las otras.
¡La lista no es fija! Si se te ocurre algo en marzo o en septiembre, añádelo!
Recuerda que las resoluciones de enero son la vergüenza de diciembre. Si no cumples ninguna, preferirías nunca haberlas hecho y jurarás nunca más hacerlas. Si cumples algunas, te darás un espaldarazo. Si las cumples todas, lo hiciste mal. Bueno, lo hiciste bien, pero bajaste la vara demasiado. Las resoluciones no son para cumplirlas todas, son guías para mejorar. Recuerda poner siempre tu vara lo suficientemente alto para que siempre busques cómo mejorar.
Si necesitas una herramienta útil para planificar tus resoluciones (y toda tu agenda), te recomendamos utilizar el sistema SMART:
S - Specific = Escoge una meta específica y traza su plan, no un potpurrí.
M - Measurable = Asegúrate que puedas medir tu progreso/cumplimiento en esa meta.
A - Achievable = Escoge metas que sepas que son alcanzables.
R - Relevant = Tu meta debe ser razonable, realista y esta basada en resultados.
T - Time-bound = Tu meta necesita una fecha específica de cumplimiento.
Si deseas más información sobre cómo organizar tu día y maximizar tu tiempo, así como el establecimiento de metas específicas utilizando SMART y otros métodos, comunícate con Zair Dalí en Facebook (https://www.facebook.com/zairdalitorres/) o en su página: