Este escrito no es de Eva...
Al hablar de “creación”, podemos tomar dos caminos. Podemos interpretar la palabra en su aspecto religioso, de cómo Dios creó el universo y de cómo creó al hombre. Por otra parte, podemos definir la palabra “creación” de manera literal; crear, inventar, concebir, instaurar o fundar. Como evolucionista, el tema de la creación divina y yo no somos “buddies”. Lo primero que me vino a la mente fue denunciar ante ustedes, mis lectoras y amigas, la injusticia del castigo impuesto a Eva. ¿Tenemos que parir con dolor y pagar con sangre el sacrilegio porque el invertebrado, falto de masa testicular de Adán cedió, sin problema alguno, y se engulló la fruta prohibida? ¡Qué deslavada iniquidad por parte del Todopoderoso! Desde la creación están condenando a las mujeres fuertes y con iniciativa. Habiéndoles dado este preámbulo de lo polémico que sería este artículo partiendo de esa premisa, he decidido evitar el ofender a los creacionistas y ver el tema desde un punto de vista literal.
Crear. Qué palabra poética y esperanzadora. Construir algo de la nada es la experiencia más gratificante, especialmente si eso que se construyó tiene un provecho colectivo. Enseña el Islam, por medio de su mensajero Mahoma, que son tres las cosas, por falta de un mejor sustantivo, que debemos hacer antes de morir… y todas envuelven el crear. Escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo son las tres entradas que debemos todos tener en nuestro “bucket list”. Al momento de patear el balde, en ese fatídico día del último suspiro, se supone que el haber completado estas tareas nos haya hecho crecer como seres humanos y nos haya hecho aportar al desarrollo exitoso de nuestra sociedad.
Escribir un libro. El escritor norteamericano Mark Leach tomó esta tarea de una manera dolorosamente literal. Escribió la novela más larga del mundo, “Marienbad My Love”, con una cantidad apabullante de 17,800 millones de palabras. De pensarlo solamente me dá una migraña de esas que te hacen ver el sonido. Se le fue un poco la mano. En el sentido figurado, escribir un libro refleja el desenvolvimiento de la historia de nuestra vida. Debemos servir de arquitectos, proveyendo, en cierto modo, el plano que ayude a aquél que no sepa o que no se atreva. El libro de nuestra vida debe incluir nuestros triunfos, nuestros fracasos, nuestras experiencias, nuestros errores, nuestros miedos y como los conquistamos. Digo, si está usted rodeado de gente con una abrumadora discapacidad de espíritu y de voluntad, escriba lo que quiera y no se frustre tratando que educar al ineducable.
Plantar un árbol suena fácil. Aquí en mi casa, un pajarito estornuda y se le sale un fifí y ya tengo once árboles de papaya creciendo (todos donde no quiero que crezcan, gracias). Me regaló mi mamá una planta de gardenias hará, ya casi, un año. ¡Qué planta tan diva! Tiene cuatrocientas especificaciones para su crecimiento exitoso.... Sol de mañana, sombra de tarde, agua solo cuando esté el terreno completamente seco (aquí llueve todas las tardes en verano), sembrarla mirando hacia el norte (que no sé cual es la cara de la planta y cual es el trasero), abonarla con borra de café. En fin, he tenido gardenias solo una vez, pero aquí va la enseñanza: La cuido, la abono, la pongo hacia el norte (CREO) y le echo la borra de café. La cuido para que florezca, para disfrutar de su aroma, para mi satisfacción y para la satisfacción del prójimo. Sembrando le devuelvo a la naturaleza la madera, los frutos, la sombra, las flores y el oxígeno que me ha regalado.
Tener un hijo. Tener un hijo. TENER. UN. HIJO. Yo tengo dos y son mi vida entera; lo que más amo. Recuerdo cuando eran bebés. Cuando son bebés todo el mundo dice: “Está como para comérselo”. Cuando son adolescentes uno se pregunta: “¿Por qué no me lo comí?”. Oiga, parir es la parte fácil y duele como evacuar una piña cabezona. Criar es el proyecto. Bregar con los mocos, las perretas, las malas crianzas- y todo esto sin perder de vista que existe el Departamento de la Familia y la Policía- es sumamente retante. Criar un ser humano con moral, valores y principios es una labor difícil e ingrata, pero no hay palabra que pueda describir, ni remotamente, la enormidad del amor y el orgullo que se siente por un hijo. Yo soy quien soy por el amor de mis hijos y a la sociedad le entrego gente buena, capaz de sentir empatía y compasión, gente capaz de aportar y de optimizar esta colectividad en la que vivimos.
Crear. Escribimos una historia que no existía. Plantamos un árbol que nos da cobijo, fruto y flor, no solo a nosotros, si no a los que vienen después. Creamos un ser humano de donde solo había rabietas vergonzosas en Toys-R-Us y lo convertimos en un ser de bien y de moral. Sí, acabamos medio alcoholizados, con tierra debajo de las uñas y con canas verdes, pero con gusto. De dejar un legado, de eso trata. ¡Salud! ¡Hasta la próxima!
Doris Casasús
Madre, esposa, artista, escritora, poetisa, maestra, científica, chef, psicoterapeuta, doctora, veterinaria, taxista, plomera, electricista y sicaria, depende del día.
Mayagüez, Puerto Rico
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