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Mírate en el espejo


El pasado mes de febrero llegué a mis 43 años, 15,715 días desde mi nacimiento, muchos días para reír, tomar decisiones importantes, llorar, trabajar, dormir y todo lo que puedas imaginar que pasa en la vida de una mujer, esposa, madre, trabajadora y activista social, veo un ratito hacia atrás y noto muchos logros y fracasos, muchas expresiones de gratitud y ayuda recibida, veo un amor incondicional por los demás, pero, cuando quiero enfocarme en ver ese momento en que me abracé con ternura y me dije: ¡Mi misma, te amo!, realmente puedo verlo, puedo reconocerlo y no es tan antiguo como mis 15 años o mis 12, ni mis 10 o mis 8, no fue hasta aproximadamente mis 39 años el día en que me vi al espejo y sin ataduras ni remordimientos me dije, Chica, te amo con locura y acepto tus virtudes y desvirtudes.

Hacía un buen tiempo que no me veía al espejo, no como ese día, había tenido uno de esos días en los que miles de preguntas rondaban mi cabeza, me había acostumbrado por años a dar una mirada rápida para arreglarme y salir corriendo, pero esa vez, tal vez por mis baterías descargadas, realmente ME VI, un par de canas más, una que otra manchita en el rostro, los ojos un poco más cansados pero tan soñadores como la última vez que nos encontramos. Pasaron tantas cosas por mi mente, sobre todo y como buena auto-saboteadora, todo eso que aún no he logrado, pero por primera vez no me reproché ni lloré frustrada, solo me pregunté en voz alta ¿seguimos intentando? ¡Por supuesto que si!

No me presioné por no tener la casa tal y como "debería estar" pero hice planes mentales para mejorarla; no me autocritiqué por haber dejado de hacer ejercicio y sentirme más hinchada más bien me animé a iniciar de nuevo para mejorar mi salud, vi un pequeño desorden de mi nena junto al mío y antes de enojarme y sentirme la peor madre agradecí lo mucho que ha crecido y pensé en cómo puedo mejorar cada día sin autoflagelarme para que ella crezca en un ambiente sano.

Ese día practiqué algo que con el tiempo había olvidado y lo había hecho lo menos importante en mi vida: AMOR PROPIO, me abracé, y en vez de pisotear mi jardín quité un puñado de maleza y sembré algunas flores, sentimientos y tranquilidad, hice las pases conmigo y respiré profundo mientras me veía a los ojos, esos mismos ojos que casi no reconocía pero se reían conmigo como cuando tenía 6 años.

Me quité cada etiqueta que por años me puse y dije: tengo 39 años y aún es buen tiempo para iniciar de nuevo, jamás será tarde. Noté que no soy ordenada ni programo cada momento, no tiendo la cama a diario y cada planta que he sembrado se ha secad, pero pude ver que es más lo bueno que tengo, lo que sé y lo que puedo hacer, sueño gigante, aunque doy pasos pequeños, tal vez no llegue tan rápido a ese reflejo que visualizo, pero voy en el camino correcto.

Quiero seguir viéndome como como lo hago desde ese día, llena de esperanza y reconociendo mi humanidad imperfecta pero que me lleva a ser la mujer que el Creador soñó. Y lo que más quiero es sembrar esa mirada llena de amor propio en mi hija, en las mujeres que me rodean y en las futuras generaciones, amarnos debería ser lo más fácil de hacer y es lo más difícil para nosotras, es algo que debemos practicar a diario con respeto, amor, bondad y compasión con nosotras mismas, ya está bueno de tantas críticas y palabras despectivas al espejo, mírate con amor y confianza, al principio te sentirás incómoda, pero verás cómo cada día irá creciendo esa semilla de amor por ti misma, otros lo verán y querrán tu secreto, AMOR, no hay nada más fuerte que el amor.

Y tú ¿puedes verte de manera real y profunda para reconocerte en el espejo y amarte? Te invito a intentarlo y reencontrarte nuevamente.

 

Raquel Leal

Fundadora de Latinas Time

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