Cuando me recuerdes
Tengo 58 años. Con una profesión que amo y estoy involucrada en la acción social. De manera exitosa me relaciono en mi campo. Soy madre de tres hijos profesionales y abuela de cinco nietos que derritieron todas mis defensas construídas después del dolor.
Gozo de estabilidad y puedo satisfacer mis placeres a pesar de vivir en un país que fue diluyéndose poco a poco.
Con mucho esfuerzo he logrado hacerme de mis talentos y capacidades, a través de un proceso de aceptación de quién soy e integración de lo que ocurrió en mi vida.
Disfruto estar conmigo, me habito; sin embargo, he construído una maravillosa red de apoyo que me permite la conectividad y soporte en los momentos de vulnerabilidad.
Estudié y me preparé para fortalecer lo que creo es mi misión de vida: servir a mi prójimo en la debilidad.
Hace veinte años fundé una Organización No Gubernamental (Non-Profit) para atender a las víctimas de violencia y desde hace tres años coordino el trabajo de un comedor comunitario, como parte de la cocreación, de un programa de ayuda alimentaria.
El transcurrir de estos años con el nido vacío, he usado mi fuerza para crear programas de formación ciudadana y no perderme en la nostalgia.
La ansiedad como resultado de no poder tener a mis hijos y nietos cerca, me hizo tomar la decisión de acudir al papel y derramar allí la experiencia y lo sentido.
También me desgasto exigiéndome pulcritud en mis acciones, creyendo que con eso garantizo calidad en lo que hago.
He logrado obtener buenos resultados y gracias a mi trabajo, gozo de una voz en derechos humanos y abordaje a personas en situaciones traumáticas, ayudándoles a deconstruir y resignificar lo vívido.
Cuando me preguntan cómo he alcanzado lo logrado tengo la siguiente respuesta: entrega, paciencia, perseverancia y por sobre todas las cosas la creencia de Dios como conductor de mi vida y que derrama sobre mí su amor y paz para continuar.
La gente me reconoce por mi forma de “entregarme” al trabajo de manera incondicional y comprendo que eso lo he modelado en mis hijos (de quienes estoy muy orgullosa) y mi equipo que amorosamente me acompaña en esta titánica labor.
Mi sensibilidad me ha hecho cambiar y romper con lo que percibo me pueda hacer daño, luego de recuperarme de eventos traumáticos, me cuido con mucha precaución.
Por cinco años escribí para un periódico y tuve mi programa radial impartiendo habilidades relacionales.
Mi casa es un refugio para mí y mis afectos.
Reflexionar sobre los logros del activismo es un desafío, me permite recorrer y desandar el camino.
Te animo a buscar un equilibrio para reducir lo insano y elevar tus capacidades. Quizá creas que debes estar motivada para alcanzar los objetivos y te aseguro que sin disciplina la motivación será una cortina de humo que esconderá tú propósito. Cuida de ti, atiende tu salud y frecuenta a tu familia y amigos de forma automática. Cuestiona tus creencias, aprende a pensar, construye redes de apoyo y busca asesoría. El mayor error es creer que podemos solas con todo y nos terminamos aislando en debilidades que tejerán una cueva que en lugar de ser refugio, se convertirá en una cárcel .
Definitivamente, vale todo lo que he invertido en esta transformación y para finalizar te regalo este poema:
Duele, Mayela Carrillo
Entretenida con mis dudas, oigo el toque de la puerta con insistencia, y se conecta con mi angustia, su emoción desbordada se unió con lo sentido en mi sombra.
Me senté a oírla y me arranqué de la piel las candideces
Ya no creo, no confío
El hastío y la pena acordonaron la esperanza, ya no me ilusiono; sólo miro el tiempo y ubico la frustración
Duele
El terror de perder las lágrimas sostenidas en las manos, negándome a perder el valor de cada una
Duele
Desamor, indiferencia, incertidumbre y ambivalencia, me rodearon
Duele
Tu silencio acompañado de cinismo cómplice me desploma y adormece
Duele
Verte pasar y ser ignorada.
Duele
Nuestra soberbia y desdén.
La tuya al despreciarme y la mía al abandonarme a la desgarradora penumbra
Duele
Mi amor no correspondido
Traición y deslealtad, se entrelazan y anidan en mi vigor
Vida
Yo
Me duele mi vida sin mí, me duele todo mi ser, me duelen todos estos años y la fragilidad
Me duele amor el no tenerte y amarte sin reservas
Me duele haberme perdido en tanto amor y haberme olvidado de mí.
Amor... No te acabes, que ahora voy por mí, para sanar esta alma que angustiosa grita por paz.
Oh amor, enséñame a amarme con la misma entrega donde me perdí.
Ahora contemplo mis luces y sombras, ignoro lo mágico y valoro cada palpitar, tomo la vida
Duele y vibro
Soy y estoy.
Mayela Carrillo
Mayela Carrillo Blanco
Twitter @mayelacarrillo