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A donde me lleve el viento

¿Qué resuena en mi cabeza cuando escucho la palabra “productividad”? ¿Me interpela? ¿Qué me representa? ¿Qué sugiero yo cuando la pronuncio?

Si alguien me lo preguntara y debiera responder rápidamente, dudo poder contestar lo que sinceramente pienso y siento al respecto.

Llega el final del día y cargamos con todas las sensaciones que este nos deja. A veces aterrizamos en la noche sin tener conciencia de lo que pasó desde que nos levantamos y algunas otras, deseamos que llegue de una vez mientras miramos las agujas perezosas del reloj. ¿Siento satisfacción al terminar mi jornada?

Tildo a mi día de bueno o malo ¿en función de qué? Si fue un día “productivo” seguro me sienta conforme... “¡cansada pero feliz!” diría. ¿Cansancio es sinónimo de productividad?

¿Y si el día no fue productivo? O, mejor dicho, ¿si creo que no lo fue?

“Hoy no pude hacer nada en todo el día. El bebé estuvo muy demandante, no fue un día productivo” Me escuché diciendo alguna que otra vez, con algo de culpa y desánimo.

¿Qué pasa con ese ingrato sentimiento que trae aparejado el deseo de ser productivo y su “fracaso” en el intento de serlo?

Una madre de un recién nacido cree, muchas veces, que sus días dejan de ser productivos. Pero, ¿acaso no es productivo cuidar a un bebé que depende de uno? ¿Y darle el pecho? O, ¿alimentarlo de la forma que decidas? ¿No es productivo darle amor? ¿No lo es calmarlo y hacerlo reír? En una primera instancia parecería que no. Luego nos lo repreguntamos, reflexionamos y, finalmente, decidimos que sí. Nos perdonamos por nada y entendemos qué es verdaderamente productivo. Y que nuestra vida cambió por completo. Por lo menos por ahora, por lo menos por un rato.

Puede que la productividad responda a un ideal que cada uno simboliza en su cabeza por fuerza de lo que se estableció como “normal” en el núcleo familiar o en la sociedad. ¿Pero no será que esta no es más que un término personal y colmado de subjetividad?

La búsqueda de qué es para mí la productividad me llevó de viaje. Un viaje de autoconocimiento y descubrimiento que tiene inicio pero no tiene fin. Un viaje para adentro pero en el presente. La definición que concluya a conciencia y que resulte de esa exploración, sin dudas, me definirá.

Sin embargo, lo que resuelva en este momento, tal vez dentro de unos años quede sin efecto. O quizás mañana. Cambian nuestros objetivos, cambian nuestras expectativas y con ellas nuestros deseos. Somos agua, fuego, tierra y aire. Como a un molino, nos mueve el viento. Somos energía. Nos renovamos queriendo y sin querer. Perjudicar/nos, contaminar/nos es nuestra decisión. Somos inagotables, somos indefinibles.

Tener un deseo, es productivo. Seguirlo es productividad.

Hacer lo que a uno le gusta, lo hace feliz y lo apasiona hace que la vida sea productiva. Permitirse ser productivo, es conocerse. ¿Y cómo fue tu día de hoy?

 

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