Luchar no es opcional
Hay un dicho popular que dice “todo lo que sube tiene que bajar y todo lo que baja tiene que subir”, es una regla fija de la vida, no existen matices, es simple, si sube baja y si baja sube, es así que el verbo luchar no plantea matices ni es ambiguo, según la Real Academia Española (RAE) luchar indica pelear, combatir y abrirse paso en la vida. Se necesitan dar golpes y caminar hacia adelante con mucha fuerza hasta lograr tu cometido.
Reinventarse tiene que ver con ésta acción, no puedes renovarte si no estás dispuesta a dejar, soltar, cambiar, aprender o desaprender, es una lucha constante de pensamientos y patrones con los cuales hemos crecido y necesitamos modificarlos para construir un yo nuevo, y cambiarlos tomará un tiempo donde te tocará combatir contra ti misma.
Si leíste bien la última parte del párrafo anterior te darás cuenta que no hablo de erradicar por completo nuestros patrones de crianza, nuestras costumbres o nuestros pensamientos, se trata de modificarlos para bien, siempre sacando lo mejor de cada situación. A menudo culpamos a nuestros padres por habernos criado de una forma errónea, pero la verdad es que ellos también son víctimas de una crianza autoritaria, distante y ausente, aunque sé que no es en todos los casos.
Cuando era más jovencita, obviamente muy inmadura e irresponsable, cometí muchos errores, creo que me tome muy a pecho la canción de Ricky Martin “Vive la vida loca”, quería vivir el momento sin darle importancia a las consecuencias, y no es que sea malo vivir el momento, para nada, lo que es malo es vivir como si la vida no tuviera consecuencias, no sé si a ustedes les pasa, pero yo jamás imagine que a mí me pasarían ciertas cosas, como por ejemplo: salir embarazada muy joven e incluso antes de casarme, la verdad un bebé no estaba en mis planes, pero sucedió y para empeorar la situación, sin un centavo en el bolsillo y a mitad de carrera universitaria. En mi mente no podía hacer dos cosas a la vez, así que para resumirles la historia, abandoné la universidad y me dediqué a ser mamá, mi hija que está a punto de cumplir 13 años de edad, hoy día es la niña más feliz e inteligente del universo, la niña que me cambió el mundo para mejor, pero no les puedo negar que al principio fue una caída justo al pavimento y sin ninguna protección.
Los pensamientos de frustración y enojo tocaban constantemente la puerta de mi mente, no me sentía capaz de nada, sobre todo cuando veía que todos los que estaban a mí alrededor cumplían sus sueños y proyectos, mientras yo cambiaba pañales.
Algunos años después perdí a mi padre y perdí otras cosas, mi edad iba avanzando y las exigencias se hacían cada vez más grandes, me topé con personas estupendas que creyeron en mí, que no me juzgaban por mis pésimas elecciones y me brindaron la oportunidad de ser yo misma, así que me dije: Mi misma! Ya es suficiente ver a los demás triunfar y cumplir sus proyectos personales, es la hora de levantarme del sillón y accionar!!!- fue un largo periodo de soledad, desánimo, donde al final del día era yo misma quien me señalaba y me acusaba por estar estancada, pero eso llegaba a su fin. Comencé de nuevo la universidad, me gradué y me volví a casar con un hombre extraordinario que ama quien soy, apoya mis locuras y es un papastro genial que se ha ganado el corazón de mis dos hijos, si, dos y ahora yo soy una mamastra cool de un niño súper dinamita, jajaja.
En el 2017 escuchaba a un pastor de mi iglesia confrontando a todo el auditorio y motivándoles a caminar de la mano de Dios, a permitirle a Él hacer cambios y nosotros empezar a poner límites, transcribir las metas y proponernos a lograrlas, fue la primera vez en mi vida que comprendí después de mucho caminar, oír, leer y tropezar, que sin límites no hay cambios. Necesitaba ponerle fechas a mis proyectos, necesitaba escribir mis sueños, tenía que dejar de posponer, debía aprender a decir no cuando era necesario y sobre todo tenía que accionar, cambiar mis pensamientos de frustración por pensamientos de poder. Era el momento de luchar, así que batallé con mi mente y de la mano de Dios gané.
Gané porque decidí cambiar, decidí luchar y dejar atrás lo que me estorbaba, aprendí a poner límites y a tomar acción en cuanto a mi vida, decidí rodearme de gente que sumara en mi vida, las piezas no se moverán a tu alrededor si te quedas acostada en el sofá, debes creer que fuiste creada con un propósito, pero es tu deber descubrirlo. Hoy día me siento plena, sé que hay muchas cosas que debo mejorar en mi pero nada que sea imposible de lograr, ahora oigo con más atención, observo detenidamente, pienso antes de hablar y medito antes de actuar, me lleno más para sumar en mis hijos y en los que están a mi alrededor y lo mejor es que puedo ayudar cada vez que escribo artículos o cuando trabajo como consejera de adolescentes en un colegio ayudando a chicos que tienen problemas y lo más hermoso de todo es que aprendí a conocer más a Dios y creo firmemente que sin su ayuda no hubiese alcanzado ninguna meta.
Luchar no es opcional, si te caes, te levantas. Ánimo!
GUANARE, AGOSTO 2020.
Lic. Rosa Montoya (Licenciada en Comunicación Social, Mención Desarrollo Social- Consejera de Adolescentes y Coordinadora de Medios de la PIBG) Guanare, Edo. Portuguesa, Venezuela.
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